'V'




Podría comenzar así, citando ‘V de Vendetta’, porque me viene como anillo al dedo. Pero no lo haré. Hoy no voy de pipa y de gabán.

Estulticias aparte, también podría empezar mentando al frutal tonto del ciruelo, al ilustre tonto del haba, al recurrido tonto del culo, al matemático tonto absoluto, en periodo puro o elevado a la enésima potencia, tonto de capirote, tonto del nabo... Pero sería muy soez. Así que tampoco lo haré.

Y no será por falta de ganas, de verdad, cuando me hacen sentir oveja, borrego, cordero, bovino en general sueñen o no los androides con todo el puto rebaño, lo que me importa una mierda. O, ya puestos, cuando salvamos a Ryan (no sé si el de Iowa o el de Minnesota, lo que también se me da un ardite).

El caso es que, quizás, algún petardillo acomodado ha creído que esto de hacer sonar las campanas cuando el fuego asoma sobre la colina es cosa de vejetes aburridos y cascarrabias. Ya saben, cada campanario a lo suyo, unos por ‘do’ mayor y otros por ‘fa’ menor. Nada más lejos. Así que me van a permitir que suelte lastre antes de que me lleve al fondo del Averno y me consuman los diablos.

Uno, que es padre de familia de dos pequeños querubines, ha decidido remangarse para hacer por el entorno en el que han de crecer sus hijos lo que la Administración, con toda su insufrible indolencia, sus fondos, sus planes especiales, sus estrategias y sus plenos no ha hecho en décadas. Ni más ni menos que alzar la voz en defensa de las calles, en mi caso las del Casco Antiguo. Será porque vivo aquí, porque amo este barrio que es de todos, bueno, de casi todos; será por vergüenza torera, por amor propio o por mala leche, pero siempre por justicia. Y me imagino que cuando otros, tan simples y desconocidos como yo, defienden asfaltar sus calles, limpiar solares, sanear vías, erradicar plagas, arreglar jardines y combatir miserias, no lo hacen más que por una mera cuestión de desesperanza. Porque es elemental, es digno y es un orgullo.

Cierto es que en el tintero quedan las aves (vayan o no sobre raíles), las autovías, las plataformas, la euro-ciudades, las “dusis” y los “pocteps”, y hasta la ensalada de camalotes que tenemos por río. Pero por algo será. Igual es que otros, quienes no han tenido ojos para ver ni oídos para oír, sí tuvieron lengua para hablar, aunque les faltasen los redaños de cumplir.

Y en esas estamos, señor Creedy. Unos remangándonos para hacer lo que podemos y otros disfrutando de un vermut desde la atalaya. Y disfrute, disfrute. No se corte. Pero no me toque los cojones con la “distópica” visión de su apocalipsis social. El único futuro indeseable que preveo es aquel en el que los mandamases deciden hacer oídos sordos frente a su pueblo, al que se deben, y mientras los perros falderos ladran, Sancho.

La voz de la calle es signo de salud, aunque a veces suene discordante o poco armoniosa, y lo que debe hacer un buen director de orquesta es afinar, coger la batuta, poner toda la carne en el asador y dar el mejor recital posible. Eso, capitán Miller, se llama política.

Mejor le habría ido a toda la compañía si al puto imberbe de Ryan le hubieran volado los sesos en la playa de Normandía. Y mejor aún para todos los demás si aquellos generales de ambos bandos, encerrados en sus búnkeres, se hubieran puesto a trabajar por la paz en vez de permitir semejante escabechina.

Ya ve, al final ganó y me he calzado el gabán. Así que, ¡qué carajos!, voy a citar:

<<Bajo esta máscara hay algo más que carne y hueso. Bajo esta máscara hay unos ideales, señor Creedy. Y los ideales son a prueba de balas>>. V.


Luis Pacheco.


P.D.: el hotel era el ‘Overlook’.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares