Wind of Change
Algo está cambiando, y no son las
sombras de Mordor que acechan en el este. Quizás sea ese viento del que hablan
los Scorpions, a saber, pero algo está cambiando. Lo fácil sería romper a
aplaudir, dar rienda suelta a la euforia, lucir radiantes, emocionarse, y todo porque un grupo político con representación en el Consistorio concede una rueda de prensa exclusiva del Casco Antiguo. ¡Y que me parta un rayo si no comparto
hasta las comas de cuanta necesidad denuncian! Cada grieta, cada mota de polvo,
cada bache, cada ruina, cada decibelio, cada miseria, forma parte de este
reguero de llantos en el que se ha convertido el Casco Antiguo Olvidado, ése
que nace a espaldas de los monumentos y las cañas de mediodía y que muere
contra las murallas. Ellos, Luis Tirado y Emilio Pérez, pusieron nombre y
apellidos a nuestras penas, y hasta título nobiliario a nuestras esperanzas. Qué
más pedir, dirán… Pues sí. Pediremos. Somos así de egoístas.
Pedimos que se haga honor a una
palabra que quizás pudiera haber pasado desapercibida entre tantas otras:
consenso. La pronunciaron, sí, la compartieron. Y nosotros la bendecimos.
Consenso que nos traiga vientos
de cambio. Consenso que amaine la tormenta. Consenso a pesar de las disputas. Consenso
más allá de los egos. Consenso para sanar este cuerpo marchito de calles y
plazas. Consenso. Consenso.
Porque nos consta que la voluntad
late a la misma frecuencia en otros pechos. Porque creemos en un tiempo nuevo. Porque
rezamos a San Judas. Porque tenemos más fe que ayer. Porque no somos sordos ni
ciegos. Porque nuestra bandera es la bendita locura del todo-es-posible,
incluso ahora. Porque sabemos que existe un deseo sincero de reconquistar lo
nuestro, este barrio que es de todos. Porque estas calles, este casco viejo y
orgulloso debiera ser tierra neutral, oasis, campo de esperanzas, armisticio.
En la guerra siempre hubo tiempo
para soñar la paz, aunque sólo fuera en vísperas de Navidad.
Aplaudimos cada gesto, por
pequeño que sea, y cuanto más grande más fuerte aplaudiremos. No tenemos más
medalla que el reconocimiento y la gratitud sincera. No hay más premio que el
pasear estas calles recuperadas y decir “fue cosa vuestra”. Nuestro canto será
el recuerdo de vuestros nombres y la defensa a ultranza de vuestros hechos. Ojalá
haya un altar para Ricardo, para Julia, para Luis, para Remigio y para Fran, y
para todos los suyos, los vuestros. En nuestro podio caben muchos vencedores.
Pero hoy aplaudimos al PSOE por
hacer oposición sin oponerse, por ser valientes en su apuesta, por tender la
mano aunque sea a regañadientes. Por querer hacer sin poder hacer más allá de
ofrecerse, de decir. Aplaudimos su gesto, del mismo modo que aplaudiremos los
que seguro habrán de llegar, vengan de donde vengan. Porque algo está cambiando,
un viento nuevo. Así queremos creerlo.
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