Asquerosa normalidad
Lo que en otros barrios
provocaría una alarma social, en este Casco Antiguo nuestro forma parte de la
asquerosa normalidad. Hoy toca hablar de Concepción Arenal, de uno de sus
muchos, muchísimos solares, que, en el día de ayer, ardió a pesar de la Ley, a
pesar de las normativas, a pesar de las ordenanzas, a pesar de las cartas del
Ayuntamiento, a pesar de las advertencias, a pesar del equipo de gobierno, a
pesar de los agentes de proximidad, y muy a nuestro pesar.
Es lo que tiene pasarse la
legalidad por el forro de los huevos. Es lo que tiene que nunca pase nada. Hasta
que pasa.
Quizás Nerón jamás hubiera soñado
con semejante displicencia para hacer lo que le vino en gana. Meterle fuego a
la ciudad y eso. Pero es que aquí, los cristianos de la Lusitania, están
demasiado romanizados. No se explica de otro modo.
El fuego prendió porque el pasto
estaba en su punto de cosecha, el Lorenzo arreaba de lo lindo, y los cristales,
botes de aerosoles y toda la demás mierda que se oculta tras las tapias
hicieron el resto. Prendió el jodido solar, como ya avisaron los vecinos hace
diez meses. Sí, a través de esa inútil aplicación administrativa llamada ‘aBisa’,
que es más una excusa que una herramienta. Cerraron la incidencia desde arriba,
los “navy seals” de las operaciones encubiertas. <<Objetivo cumplido, señor; problema resuelto. Buen trabajo,
chicos. Volvamos a casa>>. Pero el talibán de la miseria se escondía
detrás de su muralla de rasillón y cemento. Lo que el ojo no ve, lo que las
tapias guardan. Aunque apeste.
http://tramitesonline.aytobadajoz.es:8087/abisa/abisa/issue/4494
Pues otro tiro al palo, como ya
lo fue el derrumbe de la casa fue antaño. De hogar a ruina, de ruina a solar,
de solar a infierno. Quizás llegue ahora su tiempo como parking, si el propietario
quiere. Menudo hijoputa.
Y en esas estamos —carta
va, carta viene—, con aBisos de por medio y ordenanzas de postín, con una policía
ciega, con unos gobernantes acomodados, con propietarios avaros, necios, y
vecinos atormentados por las ruinas, los derrumbes, la basura, las llamas, el
terror y el tiempo, demasiado tiempo. Hasta que en esta partida kamikaze nos
metan un gol. Luego llegarán los reproches, el “tú primero”, el doblar banderas
y los toques de corneta, los forenses, los jueces y la prensa. Como en la torre
Grenfell de Londres, pero a nuestra pequeña escala. Pues no será porque no se
les advirtió, hace ya diez meses.
Como diría mi abuela: unos por
otros y la casa por barrer. Menuda panda.
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