Imagina


Casi puedo ponerle música. Y no es que sea un ejercicio mental titánico, no; es que viene como del cielo, cae por sí misma. Basta con imaginar, que diría Lennon. Así que vamos al lío: <<tócala otra vez, Sam>>.

Imagina un Casco Antiguo amable y aseado, sin ruinas que espanten, sin solares insalubres, sin el hedor del orín y la basura. Sin calles que den miedo. Sin fantasmas. Sin cuarenta y dos puntos de venta de droga.

Imagina que es accesible y amable, con amplias aceras uniformes que unan sus plazas, con el tráfico invasor reducido al mínimo necesario. Imagina que regresa al peatón, al paseante, y que sus senderos sirven a jóvenes y mayores, a los de aquí y a los de fuera; un centro histórico que se deje disfrutar despacio, que invite a detenerse y contemplar. Imagina que todas sus plazas tuvieran vida.

Imagina nuestra historia puesta en valor, libre de las cadenas del olvido, con los monumentos abiertos de par en par al curioso, al turista, al visitante, a las familias con sus hijos. Imagina que mantuviéramos nuestro Patrimonio porque lo respetamos, porque amamos nuestro pasado, lo que fuimos y lo que seremos. Imagina que no fueran los ciudadanos quienes pusieran el grito en el cielo por ver las murallas, los baluartes, la alcazaba echados a perder, comidos de malas hierbas, grietas y pintadas. Imagina los museos llenos de gente.

Imagina el río como una autopista hermosa que uniera a la ciudad y sirviera al ocio, convertido en malecón para acoger al ciudadano. Paseos, prados y columpios de día, restaurantes y bares que fueran miradores, locales de copas por la noche. Imagina que estuviera limpio, que sus aguas pudieran disfrutarse a nado o en barca. Imagina una playa que fuera nuestra, como antaño, y un camino líquido que condujera desde San Roque hasta Elvas. Imagina el Edificio Metálico reconvertido a botánico, mercado o Museo de la Ciencia junto al río, entre los puentes, reluciendo como una joya en una corona verde de hierba corta.

Imagina que San Juan fuera comercios, galerías, talleres para artistas, y que los pies nos condujeran por el Barrio de las Artes a través de Arias Montano y Montesinos, desde el Conservatorio de La Soledad a José Lanot, a Chapín, al claustro de San Agustín y hasta la Escuela de Artes y Oficios. Un barrio hecho a la medida de los músicos, de los pintores, de los escultores, de los libreros, de los actores, de los vidrieros, de los tallistas, con locales que albergaran pequeños teatros, tiendas de suvenires, salas de exposición, centros de creación, talleres de enseñanza.

Imagina que estuviera prohibido hacer el cafre y que las autoridades se ocuparan de que así fuera. Sin sillones en las calzadas, sin vías obstruidas por automóviles, sin mangueras acopladas a las bocas de riego para el disfrute particular, sin enganches en la luz, sin barbacoas callejeras, sin terrazas improvisadas, sin ratas ni cucarachas, sin heces animales. Imagina que todos estuviéramos obligados a ser cívicos, o que nos obligaran a serlo. Imagina que conociéramos a los agentes de proximidad por nombre y apellidos, que nos diéramos los buenos días y nos contáramos la vida. Que los sintiéramos próximos, nuestros.

Imagina que los parques recuperaran su esplendor y que se llenaran con las risas de los niños. Imagina La Legión con columpios, con un quiosquillo que invitara a reposar y recrearse, con el cauce de su arrollo discurriendo entre cascadas, con parejas de enamorados sentadas en sus bancos. Imagina que se respetara el jardín de la alcazaba, que sus usuarios fueran un ejemplo de civismo, que los parques quedaran impolutos al morir el día para aquellos que habrán de disfrutarlos mañana. Imagina que no hubiera botellón bajo sus árboles. Imagina que se vigilaran.

Imagina la plaza de toros como espacio multiusos, con sus entrañas colmadas de locales dedicados al ocio, embellecida, viva más allá de las ferias de San Juan. Imagina que el Casco Antiguo ganara dotaciones en vez de perderlas, como el Centro Vida, el Centro de Mayores, la comisaría o las pistas deportivas de la OJE.

Imagina el centro con las fiestas que le son propias, ni una más ni una menos, sin necesidad de ser una verbena constante. Imagina que hubiera espacio suficiente en este amplio barrio para que la hostelería y el residente pudieran convivir, que se respetaran leyes y ordenanzas, que entendiéramos que cada festejo no puede rodearse del atroz ruido. Imagina que supiéramos disfrutar de la conversación, de la compañía, de la música ambiente sin necesidad de que el atronador decibelio nos acompañe de modo permanente en cada acto. Imagina que la Semana Santa no necesitara altavoces en las calles, que la Noche en Blanco no necesitara altavoces en las calles, que cada acto cultural no necesitara altavoces en las calles. Imagina un Carnaval ruidoso y desenfrenado, ¿por qué no, si todo lo demás se cumple? Imagina que los vecinos no tuvieran que dormir en la cocina o huir de la ciudad cada fin de semana.

Imagina que el servicio de limpieza se sentara con los residentes y se sensibilizara, que se buscaran soluciones y primara el respeto. Que los camiones no fueran un suplicio añadido al insomnio, que los operarios comprendieran que ellos trabajan cuando otros tratan de descansar después de haber sufrido horas de martirio acústico. Imagina que tuviéramos empatía, que buscáramos consenso, que contáramos los días por veinticuatro horas para asear nuestras calles. Imagina que eres tú quien sufre esto.

Imagina que aquellos que debieran tener un proyecto de ciudad lo hicieran teniendo en cuenta todo cuanto pudieran imaginar. Que pulsaran la voz de la calle antes de apretar el botón rojo, que supieran hacia dónde vamos y qué esperamos de nuestra patria chica. Imagina que escucharan, y que hicieran.

Pues eso, por imaginar que no sea. Imaginen.

Comentarios

  1. Nos va a costar pero yo si lo imagino. Y será un honor que nuestro grupo, que ya está en ello , contribuya a que sea un hecho. De los grandes sueños a los que se suma el trabajo constante salen hermosas realidades.

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    1. Entonces sí que habría de llegar el día en el que los ciudadanos se sintieran orgullosos de su ciudad y de sus políticos; ese día en el que los votos se ganaran en la calle, en el que las loas fueran merecidas, en el que la Política, con mayúsculas, recuperara su necesidad y su sentido. Y bendit@ aquél que tenga los redaños y el honor suficiente para hacerlo realidad. Ánimo y buena mano. Y que esto sea contagioso. Bienaventurados los enfermos de esperanza, de deseos y buen hacer.

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