Fue por San Judas
Tenía que ser por San Judas,
venerado de Cervantes para allá, tan nuestro del barrio siendo de todos, que, a
pesar de las chuscas inocentes de este veintiocho de santos socarrones, acudiera
a pleno la unanimidad de nuestros representantes. Por eso tendremos columpios
en La Legión, y hasta un quiosco si me apuran. Cuarenta y arrastran de triunfo,
con un par.
Casi cuesta refrenar el lacrimal,
poner cara de póker y aguantar el tipo, más por una absurda cuestión de
principios machotes que por falta de ganas de hacer de plañidera, pero en plan
bien. "No diré no lloréis, pues no todas
las lágrimas son amargas", o algo así, que diría el barbudo Gandalf a los hobbits. Contemplar
cómo los políticos y las voces de la calle entonan la misma canción, armonizan
y suenan a gloria bendita del cielo —¡envidiad, querubes eunucos y coros
celestiales!—, tiene que ser cosa milagrosa. De San Judas cuando menos, por
ser su día. Pero esto de los milagros lleva su parafernalia, su introducción y desarrollo
hasta el momento álgido de las luces y los rayos y las voces poderosas. Todo milagro
tiene su trasfondo, sus protagonistas, su tramoya, su marco circunstancial, sus
catalizadores, sus actores principales y secundarios. Hasta sus Óscar, a veces.
Así que toca regalar claveles a
todos y cada uno de los que trabajaron por facilitar el milagro: a quienes
pusieron oído a nuestras súplicas, a quien con valor las elevó a pleno, a quienes las apoyaron, a quienes salieron a la calle desde la calle para demostrar cuán
justo, amado y necesario era nuestro deseo, a quienes hicieron de altavoz, a quienes
creyeron en los milagros y a quienes, sin creer en ellos, quisieron hacerlo. Por
eso no olvidaremos a Ciudadanos, a PP, PSOE, Podemos y Luis García Borruel, a Badajoz
Adelante —quien
lo llevaba en la lista de deberes—, a la Cívica, con solera en esto de suplicar
lógicas aplastantes, a las familias del Casco por llevar recientemente al parque
la brillante Navidad y las pueriles risas de sus niños (si Mahoma no va a la
montaña…), a las ampas del Lope de Vega, Santo Ángel, Juventud y Luis de
Morales, al Patio de Mi Casa por remangarse, a Amacaba, y a la
Churrería/Librería aAaaa por sostenernos las entrañas con churros y chocolate.
Entre las recientes navidades, las
súplicas históricas, las razones notables, las verbenas de nuestros mayores y
el consenso de nuestros gobernantes, nuestros hijos tendrán columpios en su
barrio, las familias un espacio y el parque un nuevo motivo para renacer de su largo ocaso. A todos, sin excepción: gracias por este milagro. Y feliz año nuevo.
Nos vemos en el parque.
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