408


Me cagaría en sus putas madres y me quedaría tan a gusto, así, sin preámbulo ni florituras. A palo seco. Pero entonces me iban a dar la del pulpo los defensores del “buenrollismo ilustrado”, los mismos que, cuando la Fany, en vez de atestiguar un atentado contra nuestro Patrimonio desgranaban los efectos de un sistema educacional de mierda. Víctimas, decían. Igual que los benditos de Younes Abouyaaqoub y sus colegas. Los pobres cafres. Animalitos.

Esta vez le ha tocado a la Alcazaba. Terrorismo patrimonial, como en Palmira, en las vísperas de la Noche en Blanco. Les faltó la dinamita, la barba y el índice apuntando al cielo, porque el selfie para las redes sociales cayó, fijo. Es lo que tiene la edad. Sobredosis de red-bull y sangría Don Simón. Unos niñatos, vamos; unos mierdecillas made in Spain.

El caso es que por acción y efecto de una educación relajada (catatónica, más bien) y unas hormonas que a sus cortos años hacen estragos, los entrañables querubes, a patadas, mandaron al carajo un pedazo de la barbacana almohade. Siglo XII, novecientos años de nada. Ahí lo llevas ‘pa’ que te conviden. Para ellos un “cacho-barro-seco”, me juego el pellejo y la honra.

Y se me suben los diablos, de verdad, porque ¿qué iban a saber ellos, víctimas del Iphone, esclavos del ‘like’, lo que es un almohade? Pregúntenles por Ibn Marwan o por las Taifas. <<¿Al mossassa? ¡Sí, tío, lo de los puestos en la Plaza Alta!>>.

Pero no. A pesar de estos necios cabroncetes, de estos terroristas patrimoniales, hoy no les tocarán todos los bastos a ellos. No sería justo. ¿Qué por qué? Por el artículo 408 del Código Penal, ése que dice que <<la autoridad o funcionario que, faltando a la obligación de su cargo, dejare intencionadamente de promover la persecución de los delitos de que tenga noticia o de sus responsables, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para el empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años>>.

Se llama omisión del deber de impedir o perseguir delitos, y a nuestro Consistorio le viene como anillo al dedo. Porque atentar contra la Alcazaba es un delito contra el Patrimonio; porque existe conocimiento previo de tales delitos, de los que la propia ciudadanía viene alertando a la autoridad competente a través, incluso, de sus propias herramientas, como esa infame aplicación para móvil llamada aBisa, que es más una excusa que un instrumento de eficiencia; porque, a pesar de las advertencias, de los escritos, de las cartas, de las noticias, de las redes sociales, de los aBisos y demás canales de comunicación, el Consistorio jamás se dio por enterado. Le importó, y le importa, una higa.

Por eso haré extensivo los bastos a los de arriba; por cómplices necesarios de este atentado; por vagos, apáticos, ruines, descuidados, prepotentes, míseros, necios, parias, cuenta-votos, inútiles, delincuentes.

La desafección hacia este Casco Antiguo, hacia todo aquello que contiene: monumentos, calles y gentes, os hace cómplices de la barbarie. Estáis matando, poco a poco, aquello que nos une a nuestras raíces, a nuestra historia, a lo que fuimos. Vuestro modo de hacer, ralo e interesado, es una navaja emponzoñada, un veneno, arsénico electoral, cicuta de gominas y corbatas. Estáis matando al barrio viejo. Al Badajoz de antaño y siempre.

¡408, sí! ¡Vuestra apatía es delito!

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