Abril Bendito
Abril bendito,
de templos abiertos y olor a incienso, de tallas sagradas y hondos silencios; de rezos, de flores, trompetas y besos.
¡Guapa! ¡Santo! ¡Bueno! Se oye la voz que rasga el misterio de tantos, y tantas, y tan quietos.
Pasos desnudos, cadenas, fieltros, cruces y tambores, y chirriar de hierros. Allá van los reyes vestidos en mantos tejidos de esfuerzos. De fe. Y un clarín, tan limpio, tan bello, que torna en escarpias los pelos.
Suspiros de cirio y lágrimas de cera serán el cortejo. Nazarenos mudos de rostros velados. Promesas, deseos.
Bastones y horquillas. Un compás certero, impasible, tenaz; retumba el latir costalero.
¡Al cielo con él! …Y va al cielo.
En esta semana bendita soñaré, beberé tus ecos, allende mis calles. Las mismas que, luego, dormirán desnudas de luces y vuelos.
Quedará la voz, permanece el ruego, triste saeta de casco antiguo, de barrio moro, de barrio viejo,
Y, ya solo, seguirá su viacrucis, de nuevo, bajo el gris palio de la ruina, el polvo y el miedo.
Luis Pacheco
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