San José obrero
Nos alcanza San José, como cada
año por estas fechas. Ya diecinueve de marzo, tú; quién lo diría. Llega el
patrón del barrio, el de la ciudad entera, si me aprietan, por haberle sido
brindada la reconquista. En un día como éste la cristiandad entró con viento
fresco, de manos de Alfonso IX de León, allá por 1.230. Casi nada. De aquello
queda más en un escudo que en el recuerdo institucional. Qué se le va a hacer. Somos
así de agradecidos con la memoria histórica; la nuestra.
Llega San José bendito, como
digo, santo y obrero. Y qué mejor modo de honrarle que laborando, trabajando
duro por la ciudad, por el barrio. Pero, ¡ay amigo!, el Consistorio es más de
San Juan y sus verbenas; más del verano. Noche en Blanco, feria patronal, Alcazaba
Festival y tal, que hasta para el nombre se han quebrado el espinazo. Y voluntad
no le falta, ojo. Lo atestiguan las vallas que asedian la ciudad. “Mañana
empiezo”, susurran los hierros. De Zapatería a “la Urba”, de La Pilara a Caya,
vallas, vallas y más vallas. Para socavones, derrumbes, solares y balcones,
para aceras rotas, cables sueltos, tapas de registro, paredes pintadas, para
restar aparcamientos en la puerta del colegio, para cerrar calles, para
ahuyentar peatones. La terminal de un aeropuerto parece esto.
Vallas para todo y para todos. Tantas,
que este año la maratón se arregló con cinta plástica y unas brazas de soga de
esparto. Mucho trabajo pendiente, oye. Huelga a la japonesa, que diría alguna,
para honrar el 8 de marzo todo el año.
Nos pilla San José cargado de
intenciones, de proyectos futuros y futuros proyectos, de espacios acotados. Cerrada
por obras la ciudad entera, carajo. Vallada. Tanto que, para llegar a casa, voy
a tener que darme de alta en el epígrafe de la construcción; por aquello de que
queda prohibido el paso a toda persona ajena a la obra. Si no, no llego. Y es
que eso de honrar al patrón obrero, aquí en el barrio, nos lo tomamos muy en
serio.
Pero en Badajoz somos de otro
caldo distinto al ‘granaíno’, ése que
puso a charlar a cincuenta y dos obreros para reparar un tramo de acera. Aquí,
con la valla sobra. No desentona ni cobra. ¿Y la reforma?, ¿y la obra?, ¿y el
operario?, ¿y el arreglo?
Para dos mil diecinueve, me temo.
Con las elecciones de los huevos.
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